Indignarse para reaccionar

Acabo de ver el informativo del mediodía y me enteré de la siguiente noticia: Cacho Etchepare - sí, el periodista - ganó las elecciones por la Intendencia de La Calera. Ayer, pasé en el auto por ese lugar y me dio mucha pena y bronca el estado de abandono de su mobiliario, la pobreza de su gente, las ruinas de fábricas que paralizaron la vida de muchos de sus vecinos, la mugre de sus calles y las paredes con nombres de candidatos.

Recordé que en la Laguna Azul ya no se puede entrar porque alguien con plata quiso sentirse más dueño que los habitantes del lugar, se convirtió en un sitio“privado”; privado de la gente que antes tenía derecho a disfrutarlo. Se siguen repartiendo la torta. Un lugar que queda a minutos de la ciudad de Córdoba en ese deplorable estado y la miserable calidad de vida de sus habitantes.

Vuelvo al momento en que me enteré de la victoria del periodista y pensé en la cantidad de colegas que estarán pensando “qué bien la hizo, Cachito”, y no me queda otra que sentir asco por esa porción de gente oportunista, que sigue alimentando el país del vedettismo político, que sigue permitiendo que gobierne cualquiera y que se “lleven todo”.

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